Cosas que los nietos deberían saber, Mark Oliver Everett.
Traducción de Pablo Álvarez Ellacuria.
Blackie Books. Barcelona, 2011.
Mark Oliver Everett era un freak antes de que los freakies
actuales tuvieran ni día ni muchos de ellos hubieran nacido. Su padre
era un exitoso físico cuántico perdido entre universos paralelos al que
horas después de ver un programa de tv
con los pies en el respaldo y la cabeza en el asiento del sofá se le
encontró su hijo más tieso que la mojama con un rigor mortis de aúpa.
Esa fue una de las desgracias familiares que ocupan media página del
excelente prólogo Rodrigo Fresán y que durante años han dejado a nuestro narrador más anacoreta de lo que el mismo hubiese deseado. Su única acompañante fiel ha sido la música. Desde los solos de batería del instituto hasta las bandas sonoras de éxito como Shrek
pasando por mil y una peripecias nos descubren a un hombre tierno más
allá de las palabrotas y los exabruptos de sus letras. Realmente hasta
mi abuela movería sus manos al compás de la melodiosa música de este
buen señor. Ese cúmulo de contradicciones condensado en una única persona y contado con ingenio y ternura componen el éxito de este libro.Es imposible parar de sonreír, reír, chasquear la lengua, poner mohínes de pena e incluso soltar alguna que otra lagrimita ante la desgracia, la mala suerte o la simple cabezonería que le hace a E. ver la vida y la música desde su perspectiva.Resulta
difícil explicar nada más de una forma razonada y lógica. Son los
sentimientos los que hablan por nosotros y esos sentimientos nos han
llevado a recomendar este libro en petit comité a todo aquel que hemos tenido a tiro. Ahora lo compartimos con vosotros. Leedlo, es una gozada auténtica.
dimecres, 2 de maig del 2012
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